Mi lucha es por la calidad del aire en Bogotá

A diario los bogotanos nos exponemos a respirar el aire contaminado por el diésel de los buses de Transmilenio.

Mientras el mundo avanza en materia de la aplicación de políticas para la protección de medio ambiente, los recursos naturales y la minimización del impacto negativo del cambio climático, en Bogotá la administración distrital hace totalmente todo lo contrario; urbaniza las zonas de reserva forestal; tala indiscriminadamente las fábricas naturales de aire limpio que son los árboles, para la instalación de canchas sintéticas; compra más buses a diésel que contamina; expande las troncales para buses contaminantes; obstruye la construcción del metro y finalmente impide que buses con tecnologías eléctricas, cero emisiones, lleguen a la ciudad.

Por todo lo anterior, siempre he sido un claro defensor de todas las políticas para la protección de aire, porque entiendo que la salud de los bogotanos depende en gran medida de su aplicación estricta.

El ejemplo más claro de las consecuencias nefastas de darle la espalda a la protección del medio ambiente, son las diferentes emergencias ambientales que se han decretado en la ciudad por la mala calidad del aire. Los bogotanos no pueden seguir expuestos a estas graves consecuencias, todo por la terquedad y los negocios de un gobernante.